Rabia y amargura
en balas de silencio,
subes a tu azotea
y desde allí
cegado
observas los esfuerzos inútiles de mi alma
por huir del dolor
y seguir caminando
y desde tu atalaya
"llámame dios"
disparas
tus balas de silencio
cargadas de razones.
Este es el lugar y este el tiempo desde los que escribo, un lugar en el que no hay gravedad que pegue los pies al suelo, en el que los sueños son posibles y solo el amor y la amistad importan. Aqui no caben la conveniencia ni el interés, aqui podemos, todos, ser felices.
Poneos cómodos, estáis en casa.
lunes, 11 de mayo de 2009
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2 comentarios:
El silencio duele más que el plomo.
ABRAZO.
Dónde va a parar...
digo que yo que lo breve si breve, dos veces breve... que no pareces tú :D
Besos
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